martes, 29 de marzo de 2011

Capítulo 1 ¡Por Irlanda!

Llevábamos varias horas cabalgando cuando al fin, pudimos divisar el campo dónde daría comienzo la batalla contra los ingleses. No era muy lejano a la aldea, pero aquel día, el trayecto se me había echo interminable.
Tenía las piernas entumecidas por el frío y la humedad del ambiente, aunque no era el único, pues tras echar un vistazo a mí alrededor pude constatar como los demás hombres tiritaban bajo las pieles de ciervo que llevaban cubriendo sus pieles.
Alastair, el jefe del clan, empezó a dar instrucciones a los arqueros para que empezaran a calentarse los dedos antes de empezar a disparar las primeras flechas de la noche, pues no podíamos permitirnos fallar el blanco de nuestros tiros.
John, el más joven de nosotros, temblaba de frío y excitación a la vez. Era la primera batalla a la que asistía y a pesar de las insistencias por parte de sus padres para que esperara un tiempo antes de convertirse en guerrero, las desecho alegando que tenía suficiente talento y edad para manejar una espada y defender nuestra tierra…una actitud admirable aunque demasiado precipitada desde mi punto de vista…
-¡Edwin!- dijo Alastair sacándome de mi ensoñación- prepara a tus hombres, quiero que se muevan, no quiero que ninguno de mis hombres se muera de congelación…¡Tengo ganas de ver como se las apañan esos ingleses para correr después de haber permanecido tanto rato quietos sin moverse…si, será divertido perseguir marionetas-dijo riéndose a carcajadas.
Yo tan solo asentí con la cabeza y empecé a movilizar a mis hombres.
-         Edwin, ¿puedo preguntarte algo?- dijo John acercándose a mi.
-         Claro compañero, dime.
-         Verás, como ya sabes, es mi primera batalla y estoy un poco…
-         ¿Nervioso?- dije interrumpiéndole y esbozando una sonrisa.
-         Si, bueno, nervioso y algo congelado…- dijo riendo- ¿quería saber, si tu también te sentías así la primera vez que combatiste…
-         ¡claro que me sentí así!- dije resoplando- pocos hombres están tranquilos en su primera batalla…. – susurré divertido- Mira, la primera vez que fui a la guerra, apenas podía sostener la espada de lo mucho que me temblaba la mano… Tu padre, me advirtió de lo salvajes que eran el clan contra los que nos enfrentábamos y eso no hizo más que incrementar mi temor. Cuando los hombres empezaron a correr hacia el enemigo, no pude apenas moverme, las piernas no me respondían, parecía que no hicieran caso a las órdenes de mi cerebro. Fue entonces cuando tu padre se acerco a mí, agarró mi mano junto con mi espada, y la apretó entre mis dedos haciendo que sintiera el metal de la empuñadura en mi piel. Entonces, simplemente me miró… y con esa mirada, entendí que el no iba a dejarme solo, que no iba a luchar en vano, que el cuidaría de mi tal y como había prometido a mi madre.-dije dándole una palmadita en la espalda- así que ya sabes, yo cuidare de ti John, no estarás solo allí en medio de todos esos hombres…ten fuerza y coraje, y no perecerás esta noche, te lo prometo.
John asintió agradecido por mis palabras y se levantó desenvainando su espada, listo para la batalla.
-         Bien – dijo Alastair acercándose a mi- ¿esta todo listo?
-         Si, los hombres ya están preparados y ansiosos – dije sonriendo.
-         Bien…¡Venid aquí todos un momento!- chilló dirigiéndose a los demás hombres, quienes permanecían de pie esperando nuevas órdenes- Como ya sabéis, estamos aquí por una causa común, por una tierra amada y por los lazos de sangre que nos unen unos con otros… Esos ingleses, han profanado todo por lo que hoy estamos aquí, arriesgando nuestras vidas. ¡No tienen honor alguno! –dijo señalándoles con su vieja espada- No debemos dejar que ganen esta batalla amigos míos, pues no son dignos de vivir aquí, en nuestra querida Irlanda, forjada a base de sangre de nuestros antepasados, de padres, madres, hijos e hijas, esposas, maridos, abuelas…todos han dado algo por esta tierra y esta noche, serán reconocidos por eso. Esta noche, sus almas vagaran por estos bosques, nos llenaran con su amor y su grandeza, nos darán fuerza y valentía para enfrentarnos a la muerte, y nos acompañaran en el caso de que esta ultima nos alcance.- calló y nos miro a todos y cada uno de los que estábamos allí presentes- Veo en vuestros ojos, la fuerza de todos ellos… ¡desenvainad las espadas y luchemos juntos, codo con codo, acero con acero! ¡vamos hermanos míos, partid conmigo hacia la batalla! – chilló subiéndose al caballo y comenzando a trotar a toda velocidad- ¡por Irlanda!
-         ¡Por Irlanda! – gritamos todos al unísono.
Los hombres, empezaron a cabalgar siguiendo a Alastair, todos, excepto John quien se situó a mi lado.
Le miré y esbozó una sonrisa asintiendo con la cabeza.
-         ¡por Irlanda! – gritó mirándome fijamente.
Sonreí, y saqué el trozo de pelo que Eileen se había cortado para mí. Lo olí, y el aroma de mi preciosa Eileen inundo todo mi ser. Cerré los ojos, y deje que me invadiera su esencia…Tras esto, lo guarde en mi viejo saco, y partí hacia la batalla que decidiría nuestra suerte.
- ¡Por Irlanda!

jueves, 17 de marzo de 2011

Prefacio

 Irlanda, 1545

Estaba anocheciendo, cuando la última partida de hombres se preparaba para salir hacia la batalla. Una noche sangrienta y dura se acercaba, impregnando los campos de muerte y sangre de hombres de honor.
Todos sabíamos que las batallas, aunque fueran vencidas, no traían mas que muerte y desdicha para ambos bandos. Hombres y mujeres muertas, familias desmembradas, pobreza absoluta y vergüenza por la pérdida del honor y del hogar. Muchos terminaban siendo esclavos, otros simplemente huían a las montañas en busca de una suerte mejor que la de los presos pero, ninguno volvería a ser lo que era antes.
Padre se acerco a Shannon y a mí y tras depositar un beso en cada una de nuestras rosadas mejillas, se acerco a nuestra madre, le susurro palabras de amor al oído  y la beso en los labios dulcemente.
 Madre intento contener unas lágrimas irrefrenables,  dándose la vuelta y acercándose  a la hoguera que habíamos encendido en el centro para calentarnos, puesto que en octubre el frio ya empezaba a calarse en los huesos aquí en Irlanda.
-          Vamos muchachos – dijo padre fuerte para que todos lo oyeran- ¡es una bonita noche para enseñarles a esos ingleses quienes son los dueños de estas tierras!
Dicho esto, uno tras otro los hombres fueron montando en sus respectivos caballos, dedicando a la tierra gritos de valor  y honor para con nuestra patria. Todos, excepto uno, Erwin, quien me miraba acariciando el lomo de su yegua.
Yo me quede mirándolo fijamente, hipnotizada con el verdor de sus ojos, hasta que vi que se acercaba lentamente hasta donde yo me encontraba.
-          Eileen…-susurró mientras acariciaba mi mejilla- Toma esto y llevalo contigo pase lo que pase- dijo mientras cogía mi mano y depositaba en ella una pequeña daga enrollada en un bonito collar hecho por el mismo.
-          Erwin, ¿Por qué me das esto?- dije preocupada.
El tan solo sonrió y acaricio mis labios con los suyos en un dulce beso.
-          Tu tan solo llévalo contigo mi hermosa Eileen, no quiero que te pase nada…y esto…-dijo señalando el collar y poniéndomelo en el cuello- es para sepas que pase lo que pase, estoy contigo mo ghrá
Tras decir esto, beso mi frente y se dio la vuelta regresando junto a los demás hombres.
Yo no podía ni siquiera moverme, la sola idea de que algo le pudiera suceder a Erwin hacia que se me paralizara hasta el corazón. Lo único que pude hacer fue cortarme un pedazo de mechon de mi trenza y llevárselo para que me sintiera en todo momento junto a el.
-          Regresa a mi Erwin…por favor, regresa a mi…- Le di un beso y me fui corriendo a reunirme con mi madre y mi hermana.
Ellas, que habían observado toda la escena, se limitaron a abrazarme y a mirarme comprensivamente.
-          Regresará cariño, eso no lo dudes- dijo mi madre dulcemente.
Yo solo asentí deseando con todas mis fuerzas  que sus palabras fueran verdad, mientras observaba como montaba en su yegua, salía al trote tras dirigirme una última mirada y se perdia en la oscuridad de la noche con los demás.